martes, 11 de abril de 2017

30/03/2017 - OCTAVA CLASE




Hyuro no pinta en la calle.

No me interesa saber de donde procede, ni tampoco cuando nació… Poco me importa de donde viene y menos aún a donde va. Lo interesante de Hyuro es Hyuro, aquí y ahora. Lo demás siempre será lo de más.
Su trabajo es intimo y muy personal. Su universo, inquietante y seductor. Su lenguaje es sincero y cercano. Su cabeza son sus manos y su pintura un regalo para las calles de la ciudad.
En su trabajo, Hyuro, no habla de ella… habla con ella. Utiliza la pared como un espejo en el que se busca constantemente y es, en este proceso, que la pintura rescata el eco de esa conversación que mantuvo con ella misma.
Al acercarnos, encontramos la atracción de quien encuentra una ventana abierta. Hyuro nos hace este regalo con cada pared que pinta, permitiéndonos conocer un poco más de ella y, sobre todo, un poco más de nosotros mismos.
En este ejercicio de reconocimiento, nos enfrentamos con la evidencia de que lo salvaje es un estado primario en el que todos somos iguales. El personaje que vemos en la pared no es nadie y somos cada uno de nosotros… las mujeres, los lobos, los niños, los enamorados…. los otros. Si, los otros.
Hyuro no pinta en la calle. Hyuro habla con la calle. Y lo hace con tanto respeto y cariño, que somos los demás los que, al acercarnos, pintamos las paredes que ella tan solo susurra..
Silencio….
…las paredes todavía tienen mucho que decir .
(( escif 013




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